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Resistencia, Chaco, Argentina
Chaqueño, nació en Pcia. Roque Sáenz Peña el 7 de diciembre de 1973.

miércoles, 4 de enero de 2012


DIÁLOGO SOBRE LA HERRUMBRE EN LA MEMORIA


La memoria – dices – siempre es un ejercicio forzoso.

Y explicas:

el estremecimiento, la nostalgia y la incertidumbre
vienen cargados de recuerdos herrumbrados.

Fumas – amo tus pausas llenas de humo.

Nuestros ojos se impregnan de neblina – dices –
y lo terrible es pasar sin ser notado.

Yo respondo que ésa es la humedad del tiempo,
la erosión devoradora.

El ojo púrpura que se va quedando ciego.


SIMETRÍAS DE UN NAUFRAGIO

Nadie vio cómo se hundía la casa. Fue un tanto imperceptible, tan imperceptible como diez años sin peso ni memoria. Sucedió como suceden los despojos. Los pájaros que la habitaban lentamente se mudaron y se dieron a la forzosa tarea de recordar la hechura de los nidos, aquél oficio de alas y de cantos. Ella, que fue creada para ser habitada, para la felicidad en sus alcobas, para las estrellas en su techo, se fue quedando sola, sola. Cuando se fueron los rostros vinieron los fantasmas y el silencio de los muertos la llenó de polvo. La ausencia de lo humano siempre es polvo.

Algunas noches, en la desesperación de su naufragio, la casa intentaba despojarse de todos sus metales con la única esperanza de flotar con sus partes de madera. Pero el agua, como el olvido, avanzó más rápido que el tiempo: cuando menos lo esperaba, ya le llegaba al techo. Se hundía. ¡Se hundía!

Es obvio decirlo: un naufragio siempre es un despojo. Es así que, por naturaleza, en un naufragio se pierden los colores y todo va a parar a la herrumbre, al negro de las profundidades, al estómago furioso de los ríos. La vi por última vez una tarde de agosto, cuando andaba cazando imágenes costeras. La casa se hundía sin remedio ni honores y los pájaros, en su nostalgia, migraron al sur de los árboles.

Abajo, extraños peces aprendían el nuevo oficio de fabricar nidos en puertas y ventanas.


ºººººººººººººººººº


LA INTRIGA

vi los artilugios de la pulcritud

luchando contra la oxidación de tu rostro

mientras

el corazón sencillo de los calendarios

avanzaba con su ejército de segundos

vi la magia de fotografías amarillas en la

invisible trapisonda entre la inmortalidad

y tus huesos

era la intriga

la melancolía de un espejo que escupía la luz

para velar tus ojos


OJO DE TORMENTA


es necesario aclarar
(para que a la postre se haga justicia
o se me ajusticie)
que este poema no me gusta:

entreviendo su agreste geografía
adivino
entre otras
una región selvática enmarañada con temores y conflictos

-diría: los árboles
la vegetación del Hombre-

y más allá (entre paréntesis) en un claro del papel
[oblicuo
la imagen del terror la elucubración del terror
escena mórbida tremenda y bárbara:

veo esa cacería que emprenden los dolores
animales sanguinarios en tribal jauría -o extrañas criaturas-
con sus amuletos y sus colmillos y sus olfatos
buscando dar cuenta de una
felicidad grácil chiquitita y veloz
que siempre esquiva y alerta se escabulle hasta
>>>>>>>>>>>> el margen

irónicamente al margen y no en el centro mismo
(.)

allí donde
en otra latitud profundidad y altura
la tinta es un temporal de lluvia y viento que azuza a los
[ lectores
-y cada lector abre un ojo en la tormenta-

y los devuelve a la humedad del pensamiento
en la ardua tarea de estar en cada verso
y a la vez
en sus estragos

martes, 3 de enero de 2012


LA CURA

El dolor entra por los labios, o por los ojos, y se propaga.

Sabe al alcohol de los marchitos, al peso de los culpables,
es la imagen del silencio de los muertos.
Uno aprieta el puño como luchando, y cierra los ojos
para decir basta, o maldice, o se resigna.

Hay veces que quisiera - enserio quisiera – dormir
sin espinas en el cuello.

Pero el dolor es una invasión visceral, esquelética:
llega al corazón con sus pasos de hambriento, hasta doler
con sus punzas, con sus dedos, con sus artificios de asesino.

En las noches me rebelo, me sacudo y me retuerzo, y nada
sucede con esa mancha: es el lunar de los humanos,
el eje de una mortalidad redonda, circular.

Es el inicio de la vida, su transición y su final.

Es el hilo que somos.
Somos seres ulteriores al dolor…

Asisto, de esa forma, a los fenómenos del mundo.




(Pero a veces, cuando ríes, dejo de creer en estos hechos sustanciales…)

lunes, 5 de julio de 2010


PESADILLA EN LA BEMOL


1.
un lobo colérico aprisionó a los sueños

así nacieron las pesadillas

de sus garras
de sus dientes mordiendo las noches
de nuestro único olor a cobardías

2.
veo un ojo enclavado
en la cerradura de un gran candado

veo un niño sin rostro
atándose a un árbol en silencio

siento un movimiento de tendones
que forman un cuerpo
que parece ser el mío dentro del sueño mío
sueño que se desintegra
y se convierte en pesadilla de ataduras

(siempre en las pesadillas
hay un niño perdido
buscando el auxilio de los sueños)

en la carne mi carne
llora la sangre de un niño

es este niño que va adhiriéndose
al costado de mi cuerpo

encuentro al tercer ojo de Dios
callándome detrás del lado oscuro

sigiloso él se traga mis misterios
como a todos sus misterios

así la vida ha de ser una tormenta me digo

en silencio me ato al árbol
y despierto


LIBRO SUMERGIDO EN UN ESPEJO

En esto de presentirnos redondos, tibios, lacerados, de estar adentro o detrás de esta abertura, o al costado, en las sombras del silencio, en esto de espiarnos, de saber que estamos allí, sin olernos, de cuerpo entero, presentes, sin tocarnos, con inmensos ojos adivinando nuestras líquidas siluetas, en todo esto hay un secreto: este hoyo abierto, este claro de agua en el que asomamos las narices, esta ventana de dimensiones diferentes en la que tú tienes un Rostro y no lo conozco, en realidad es un espejo en el que buscamos las esencias. Y yo sueño que mientras escribo, tú me lees. Estarás pensando que estoy loco pero es hondo el sacrificio de esta carta. Cierras el libro. Te ríes, te preguntas qué esencias, qué perfumes, a qué colores me refiero, de qué material están hechas mis preguntas.

Abre el libro sin temor a descubrirnos: quiero mencionarte, bendecirte, de alguna forma tomarte el pulso para entender tu corazón latiendo, y saber que detrás de este espejo de papeles, mientras yo leo lo que escribes en el alma, tú asumes el hondo sacrificio de tu carta, y que quede el agua, y que tu Rostro vuelva, y en esa altura tomarnos de los Nombres.

sábado, 27 de marzo de 2010


GEOMETRÍA DE LA MUERTE

pardo
sordo animal el hombre que muere lento
y casi lento de su despojo se fuga el aire
y ya no es cuerpo ni presencia
ni sangre caliente ni nada
quizás cenizas

así la muerte -y su mortaja-
lo envuelve todo todo se lo lleva
como si fuera el encanto de un flautista
o el hechizo de un gigante

todo va por ese camino que se estrecha
hacia ese punto fijo donde pone el índice la vida
-vida que se priva de sí misma y no es eterna
tan sólo vida-

lo que se dice de la muerte:
es una línea apenas
instante breve línea línea que se cruza
con el mismo miedo con el que nacen los hombres

punto o línea - yo no sé cómo es la muerte -

de quién es la decisión de morirse y ya
con dos monedas en los ojos
con la inocencia del alma virgen
o la más grave mancha de todas las manchas

la muerte será quizás una espada clavada
en el mismo barro que nos reviste
un punto de herida que sangra y sangra
-invisible como un sangrar invisible-

una llaga que hizo Dios y llamó tiempo
y al tiempo en el octavo día
llamó castigo

decirse inciertamente
podría ser apenas una línea

o el punto exacto de la muerte
o el punto exacto de otra vida



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DEMOLICIÓN DE UNA FÁBRICA ABANDONADA


una chimenea recordaba el progreso vernáculo

en los talleres había vestigios de manos y labores

había fuego de faroles y un horno dejaba pasar
al viento para dar cuenta de las cenizas

aquellas
eran las cenizas de los sueños

había música de silbatos llamando a obreros muertos

y en los desiertos del invierno
se extendía el óxido en la reciedumbre de
las máquinas abandonadas


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PINTURA

discurrir del humo y los amantes
un puerto una almoneda
un puerto que tiende sus brazos en la costa
un entierro de barcos en la arena
un crepitar de campanas grises espaciado
marineros mirando la mar caníbales
un perro varado una mujer sin dueño

bajo las olas una ciudad oculta
una firma un trazo negro empastado
la voz del tiempo colgante
y una nostalgia azul verde y ocre

y más allá del marco
una pared en humedad creciente grisácea
un retrato vestal un espejo encallado

y más acá el vaso de siempre
la tinta de siempre la pasión

papel oblicuo mano rebelde
verso a verso una realidad en blanco
un poeta con tintes negruscos y
un niño invisible a su lado y
un joven invisible
dolorido

hacia los bajos
una cama solitaria una mujer ausente

lejos
se anuncia un crucero casi muerto